INMUNIDAD

Desde hace tiempo, es sabido que compartimos espacio en nuestro cuerpo con millones de microorganismos, que  tienen la función de proteger la salud del cuerpo. Esta flora microbiana, presente en todo nuestro organismo, está muy adaptada al medio, con lo cual impide la instalación y proliferación de microbios patógenos (transitorios) en el cuerpo. La microflora hace valer su autoridad y presencia desplegando una serie de actividades orgánicas denominadas reacciones inmunitarias. Es así, que diremos que inmunidad innata es una serie de mecanismos que se ponen en marcha en nuestro cuerpo para responder y adaptarse a los estímulos producidos por los gérmenes, bacterias y virus, entre otros.micloflora-tantae

La función inmunitaria se inicia con el nacimiento y madura a lo largo de la infancia hasta la pubertad. Sin embargo, esta función no acaba con el crecimiento, sino que continúa desarrollándose durante toda la vida. La función inmunitaria se lleva a cabo gracias a la mediación de los sistemas nervioso y hormonal. Concretamente a través de la hipófisis y la glándula del timo. Con los estímulos, físicos, emocionales, afectivos, psíquicos y espirituales que se producen a lo largo de la vida, van conformando el desarrollo y los niveles de respuesta para reconocer lo nuevo y adaptarse al medio.

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QUIROPRÁCTICA E INMUNIDAD 

El sistema inmunológico nos protege de la gripe, así como de cualquier otra enfermedad infecciosa, y se esfuerza para conseguir así una protección para cuando volvemos a caer enfermos. Este sistema, como cualquier otro sistema en el cuerpo, está coordinado y controlado por el sistema nervioso. 

La Quiropráctica permite un mejor funcionamiento del sistema inmunológico a través de un sistema nervioso saludable.

Diferentes publicaciones de investigación muestran los éxitos obtenidos por la quiropráctica en enfermedades infecciosas. Un estudio publicado en el año 2000, por el «Anglo European College of Chiropractic» afirma que, personas que reciben ajustes quiroprácticos regularmente muestran mejores niveles séricos de IgM, un indicador de la función inmunológica.

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La gran pandemia de gripe de 1918 fue la mayor plaga de los tiempos modernos. Se estima que ha causado entre 25 y 40 millones de muertes en todo el mundo. Las estadísticas demuestran que durante esta pandemia, la población más joven, con tratamiento quiropráctico tuvo mayores posibilidades de sobrevivir. Los centros médicos de Davenport, Iowa, atendieron durante la pandemia 93.590 pacientes, de los cuales 6.116 murieron- en otras palabras- 1 de cada 17 sucumbieron a la gripe. En el Colegio de Quiropráctica Palmer en Davenport, durante el mismo período, recibieron ajustes quiroprácticos 1.635 casos de gripe, con tan  sólo una víctima mortal. 

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El estrés químico y su sistema imunologico 

Ya sea tu cuerpo ácido o alcalino, puede tener un profundo impacto en tu funcionamiento y en tu salud en general. Según la escala de 14 puntos de pH, cada uno de los fluidos corporales tiene un rango funcional óptimo.

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En el extremo ácido del espectro se encuentra el ácido del estómago, indispensable para digerir los alimentos que comemos. Nuestra orina, por su parte, alcanza un promedio de 6. La sangre tiene una gama mucho más reducida, siendo ligeramente alcalina en el intervalo de 7,34 a 7,45 de pH.

El mantenimiento de este intervalo tan reducido de alcalinidad es esencial para una salud óptima. Sin embargo, cuando comemos de una forma no saludable, padecemos estrés emocional o nos privamos de suficiente oxígeno, nuestros cuerpos se vuelven más ácidos. Tu cuerpo trabaja duro para mantener este importante equilibrio entre ácido y alcalino. Para elevar tu pH y neutralizar la acidez, tiende a extraer el calcio (que tiene un pH de 12) de la sangre y de los huesos. ¿Un resultado demasiado común? Osteoporosis, cáncer, cansancio y enfermedad.

Algunos de los alimentos más comunes que tienden a alterar nuestro equilibrio de pH y acidificar nuestros cuerpos son los siguientes: refrescos, café, alcohol, trigo, carne, azúcar, etc. Los alimentos alcalinos, sin embargo, tienden a ayudar al cuerpo a mantener su pH adecuado: brócoli, ajo, espinacas, fresas,zumos de frutas, probióticos y almendras. Sorprendentemente, el efecto ácido o alcalino de un alimento en el cuerpo no tiene nada que ver con el pH real de la comida en sí, por ejemplo el limón es uno de los alimentos más alcalinizantes. Descubre más información haciendo una búsqueda en Internet sobre «alimentos generadores de ácido».

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