La Quiropráctica suele estar asociada con dolores de espalda, lumbago y ciática. Un 10% de la población sufre de ello y las hernias discales corresponden a la mayor incapacidad en personas menores de 45 años. ¿Qué son exactamente? ¿Y cómo se pueden aliviar sin pasar por el quirófano?

 

¿Qué son los discos y qué función tienen?

Entre las vértebras cervicales, dorsales y lumbares existe un amortiguador, llamado “disco intervertebral”.

Está compuesto por dos partes: la parte central de consistencia gelatinosa que se denomina “núcleo pulposo”, y una cobertura fibrosa que lo mantiene en su lugar y se denomina “anillo fibroso”. El anillo fibroso es más grueso en la porción anterior del disco, por lo que la pared posterior es más frágil. Ese es el motivo por el que la mayoría de las veces en las que el anillo se rompe, causando una hernia discal, lo hace por detrás. La presión en el núcleo pulposo es de 5 a 15 veces superior a la presión arterial, por lo que no le puede llegar sangre. Por eso tampoco hay nervios en el núcleo pulposo; sólo los hay en las capas más externas de la cobertura fibrosa. Eso explica que la degeneración del disco pueda ser indolora mientras no afecte a la capa más externa de la cobertura fibrosa; aunque el tejido se desgaste no hay nervios que puedan percibir y transmitir el dolor.

Con el paso del tiempo, la carga que soporta el disco hace que el núcleo pulposo se vaya desgastando y pierda altura. Ese proceso, conocido como “artrosis vertebral”, no es una enfermedad en sí misma, sino que la mayoría de las personas sanas, a partir de los 30 años, comienzan a tener cierto grado de desgaste. De hecho, los ancianos suelen perder altura porque el desgaste del núcleo pulposo hace que el disco pierda espesor, por lo que las vértebras se acercan entre sí. A la inversa, cuando la carga disminuye los discos dejan de estar comprimidos y se incrementa la separación entre las vértebras. Eso ocurre durante la noche, cuando al estar acostados desaparece la carga vertical. Se calcula que una persona de edad media puede aumentar hasta dos centímetros de altura durante la noche.

¿Qué es una hernia discal?

Las hernias corresponden a la mayor incapacidad en personas menores de 45 años. Alrededor del 1% de la población posee discapacidad crónica por este motivo.

La hernia discal es una condición en la que parte del disco intervertebral (núcleo pulposo) se desplaza hacia la raíz nerviosa, la presiona y produce lesiones neurológicas derivadas de esta lesión. Pueden ser contenidas (sólo deformación, también llamada protusión discal) o con rotura. La hernia provoca dolor en la zona donde se encuentra (cervicales o lumbares más frecuentemente). Duele por inflamación del periostio de las vértebras, las articulaciones, la duramadre, el anillo fibroso, el ligamento vertebral longitudinal posterior y los músculos lumbares de la columna. Una hernia discal puede producir una serie de manifestaciones clínicas, entre las más frecuentes están el lumbago y la ciática.

Las hernias discales son más frecuentes en la columna lumbar, sobre todo en la parte baja, entre la 4ª y la 5ª lumbar y entre la 5ª y el sacro. En la columna cervical, las hernias se encuentran más fácilmente entre la 5ª y 6ª o entre la 6ª y 7ª – como resultado de un trauma por ejemplo una caída o un accidente de coche.

Síntomas de una hernia discal

Los síntomas y signos producidos por una hernia discal dependen si esta hernia comprime una raíz nerviosa, si comprime directamente la médula espinal o si comprime ambas a la vez.

La molestia más común es dolor que limita el movimiento y se agrava con la extensión. El dolor también puede extenderse a un brazo (si se trata de una hernia cervical) o una pierna (cuando está en las lumbares), siguiendo un patrón característico de la raíz en particular que esté implicada. En muchos casos la aparición del dolor ocurre al despertar, sin que haya habido ningún traumatismo o evento causante. Si se encuentra comprometida la función sensorial de la raíz nerviosa implicada, podría existir insensibilidad. Si se encuentra comprometida la función motora de una raíz esto producirá debilidad y pérdida de fuerza.

¿Qué hace la medicina tradicional?

Después de recetar medicamentos para aliviar el dolor, hacer infiltraciones de antiinflamatorios etc.… la solución más radical que ofrecen los médicos es la cirugía.

La operación más común se llama “discectomía” consiste en cortar la parte del disco que está protusionada y presiona el nervio o la médula directamente. Bajo anestesia general, se hace una incisión de unos 4-5 cms sobre la zona donde se ha localizado la hernia. Se abre una ventana sobre el ligamento que une las vértebras y se extraen los fragmentos del disco que comprimen la raíz del nervio.

El éxito de tal operación no supera el 10%.

Complicaciones y riesgos:

• El periodo de hospitalización suele ser de 4-5 días pero la recuperación es mucho más larga.
• El riesgo de complicaciones graves en las hernias discales lumbares no supera el 1%. Sin embargo, nunca le podrán ofrecer una garantía absoluta.
• Las complicaciones pueden ser muy importantes: lesión de las raíces nerviosas, inflamación del disco o discitis, y salida de líquido cefalorraquídeo

¿Y la quiropráctica?

El enfoque quiropráctico es siempre muy conservador. Un disco está hecho de 95% de agua, lo que significa que es muy movible. Se adapta a los cambios de los tejidos de alrededor. Pensad en una cama de agua. Si os sentáis a un lado, el agua se escapa hasta el otro lado donde aparece una hinchazón. Pues en la columna ocurre lo mismo. Cuando una vértebra se mueve, presiona el disco que se deforma y en casos extremos sobresale creando una hernia.

El quiropráctico, ajustando la columna, mueve la vértebra en su sitio, lo que permite al disco recuperar su posición inicial. (¡Como cuando nos levantamos de la cama de agua!).

La cirugía elimina la presión del nervio o de la médula pero no va a la raíz del problema que es la vértebra fuera de su sitio. Así que con el tiempo, el disco volverá a hincharse. El dolor y otros síntomas volverán a aparecer y esta vez más intensos, ya que el “amortiguador” es más estrecho/fino.
Por otro lado, moviendo las vértebras, el quiropráctico no sólo quita la presión de los nervios sino que también elimina la causa del problema.

En Tantae Quiropràctic podemos ayudarte, coge el teléfono y llámanos al 606 81 75 91, tu quiropráctico de confianza en Vilanova i la Geltrú.

 

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